Es lo que tiene Internet, que vas de aquí para allá, saltando de enlace en enlace (a veces sabiendo qué buscas, otras perdida ya en la inmensidad del hipertexto), y de pronto, caes en una pequeña joya. Eso es lo que me ha pasado a mí con este texto de Thomas Jefferson recogido en Wikisource. Se trata de un texto de ¡1813! en el que Jefferson argumenta en contra de las patentes aplicadas a las creaciones intelectuales.
Dejadme que entresaque un par de frases que me parecen de lo más inspiradoras (aunque la mejor, sin duda, la que se va a convertir desde este mismo momento en uno de mis lemas, es la que he seleccionado para título de este post):
"Cuando la Naturaleza dio origen a las ideas, parece haber sido su peculiar y benévolo designio que éstas fueran esparcidas libremente de uno a otro sobre el globo, para moral y mutua enseñanza del hombre y mejora de su condición, al haberlas hecho como el fuego, expandibles por todo el espacio, sin disminuir su densidad en ningún punto, y como el aire que respiramos, en el que nos movemos y vivimos, que no puede ser confinado ni apropiado en exclusividad."
"La sociedad puede dar un derecho exclusivo a los beneficios que surjan de éstas, como un estímulo al hombre para perseguir ideas que pudieran presentar utilidad, pero esto podría hacerse, o no, de acuerdo con el deseo y conveniencia de la sociedad, sin demanda o reclamación de nadie."
Me parece precioso que un texto pueda aplicarse casi doscientos años después casi sin tener que cambiar ni una coma. Quizá es que, en aquel momento, como ahora, estaban ante un cambio de paradigma.
Así pues, compañeros de esta breve andadura a través de nuestros blogs, aquí va mi deseo de navidad y de fin de asignatura para todos nosotros:
Que nuestras ideas sirvan para prender las llamas de las ideas de los que nos rodean, sin miedo a que eso las debilite. Que nuestras ideas se alimenten del fuego de las ideas de los demás, hasta conseguir un incendio de ideas compartidas.
Feliz y fructífero camino para todos.
martes, 22 de diciembre de 2009
domingo, 13 de diciembre de 2009
Muchas ideas: el manifiesto clue train
Seguro que, como yo, algunos habréis oído hablar alguna vez del Manifiesto clue train. Realmente nunca me había parado a leerlo y a informarme un poco sobre él hasta ahora, y la verdad es que me ha parecido interesantísimo. Y sobre todo, ¡me ha parecido increíble que se haya escrito en 1999! Desde luego, hay gente que tiene la capacidad de ver hacia delante, porque las 95 tesis que plantea este manifiesto (publicado también en forma de libro) tenían mucho sentido en el momento en que se publicaron, pero curiosamente, casi tienen más sentido hoy día, tras el desarrollo de la web social y todo lo que con ella ha venido.
Para empezar por el principio: el Manifiesto clue train es un conjunto de 95 tesis o afirmaciones que pretenden ser un llamamiento a todas las empresas para que establezcan una nueva forma de comunicación con sus potenciales clientes. Podéis leerlas aquí, en la página web del Manifiesto (en inglés) o en la Wikipedia si las queréis traducidas.
La idea fundamental es que los mercados, cada vez más, son conversaciones que tienen lugar entre los consumidores y entre las empresas y los consumidores. Y si una empresa quiere tener algo que hacer en este nuevo mercado, tiene que encontrar la manera de entablar conversación con sus potenciales consumidores.
Según el manifiesto, gracias a esas conversaciones "están emergiendo nuevas y poderosas formas de organización social y de intercambio de conocimiento" (tesis 9). Algunas de mis favoritas en este momento:
Tesis 12: No hay secretos. El mercado conectado sabe más sobre los productos que la empresa que los desarrolla. Y si los nuevos productos son buenos o malos, ellos se lo dicen a todo el mundo. (Y además, bien rápido).
Tesis 57: Las empresas inteligentes harán lo que sea necesario para lograr que lo inevitable suceda cuanto antes. (Por favor, que lean esto las discográficas).
Tesis 80: No te preocupes, aún puedes hacer dinero. Eso sí, mientras no sea lo único en tu mente. (Por favor, además de las discográficas, que lean esto los que están en contra del nuevo modelo de distribución de contenidos. Y Aute, por favor).
Tesis 94: Para las corporaciones tradicionales, las conversaciones interconectadas parecen un mar de confusión. Pero nos estamos organizando más rápido que ellas. Tenemos mejores herramientas, más ideas nuevas y ninguna regla que nos detenga. (En estos diez años, parece que algunas "corporaciones tradicionales" han aprendido mucho, pero a otras, aún les queda mucho por aprender).
¿No os parece increíble que les saliera una foto tan enfocada del presente aunque la sacaran hace diez años?
Para empezar por el principio: el Manifiesto clue train es un conjunto de 95 tesis o afirmaciones que pretenden ser un llamamiento a todas las empresas para que establezcan una nueva forma de comunicación con sus potenciales clientes. Podéis leerlas aquí, en la página web del Manifiesto (en inglés) o en la Wikipedia si las queréis traducidas.
La idea fundamental es que los mercados, cada vez más, son conversaciones que tienen lugar entre los consumidores y entre las empresas y los consumidores. Y si una empresa quiere tener algo que hacer en este nuevo mercado, tiene que encontrar la manera de entablar conversación con sus potenciales consumidores.
Según el manifiesto, gracias a esas conversaciones "están emergiendo nuevas y poderosas formas de organización social y de intercambio de conocimiento" (tesis 9). Algunas de mis favoritas en este momento:
Tesis 12: No hay secretos. El mercado conectado sabe más sobre los productos que la empresa que los desarrolla. Y si los nuevos productos son buenos o malos, ellos se lo dicen a todo el mundo. (Y además, bien rápido).
Tesis 57: Las empresas inteligentes harán lo que sea necesario para lograr que lo inevitable suceda cuanto antes. (Por favor, que lean esto las discográficas).
Tesis 80: No te preocupes, aún puedes hacer dinero. Eso sí, mientras no sea lo único en tu mente. (Por favor, además de las discográficas, que lean esto los que están en contra del nuevo modelo de distribución de contenidos. Y Aute, por favor).
Tesis 94: Para las corporaciones tradicionales, las conversaciones interconectadas parecen un mar de confusión. Pero nos estamos organizando más rápido que ellas. Tenemos mejores herramientas, más ideas nuevas y ninguna regla que nos detenga. (En estos diez años, parece que algunas "corporaciones tradicionales" han aprendido mucho, pero a otras, aún les queda mucho por aprender).
¿No os parece increíble que les saliera una foto tan enfocada del presente aunque la sacaran hace diez años?
domingo, 6 de diciembre de 2009
Sí se puede
Aunque no me hace mucha gracia (creo que soy un poco antigua para esto), hay fotos de mis hijos (e inlcuso mías) en bastantes sitios de internet, e incluso, en libros de texto y materiales que ni conozco. El motivo es que tengo un marido fotógrafo aficionado que tiene todas sus creaciones bajo licencia "Creative Commons atribución", es decir, que permite que cualquier persona pueda utilizar esas fotografías para lo que quiera, incluso con fines comerciales, con la única obligación de darle crédito. Si lo piensas, tiene sentido: él no pretende vivir de sus fotografías, es una afición a la que dedica tiempo y esfuerzo, y le hace feliz verlas publicadas a cambio del pago en reconocimiento.
Habrá a quien esto le parezca una tontería (¿por qué renunciar a tus derechos?), pero cada vez más gente se acoge a licencias mucho más flexibles en cuanto a la gestión del contenido. Nos guste más o menos, en el mundo de internet, donde el contenido se puede copiar de forma infinita con un coste cero, las legislaciones actuales sobre la propiedad intelectual están puestas al límite. Así que muchos autores abrazan otros modelos de licencias que les permiten regular la cesión de los derechos de sus obras con mayor flexibilidad. Creative Commons permite especificar qué tipo de cesión de derechos quieres hacer, más allá de la afirmación por omisión en occidente de que las creaciones intelectuales están protegidas por el copy right.
Evidentemente, el Creative Commons se entiende bastante bien cuando no se pretende vivir de una actividad. ¿Qué pasa en el caso de las personas que sí pretenden vivir de ello? Bueno, pues también hay ejemplos muy interesantes de cómo aprovechar de forma creativa e innovadora estas nuevas formas de gestión de derechos. Y solo estamos empezando.
Quizá el caso más difícil, a priori, parezca el cine. Pero ahí está el caso de "Sita sings the blues", el primer largometraje Creative Commons de la historia. Se trata de una película de dibujos animados, bastante buena (ha recibido multitud de premios), que reinterpreta el mito hindú del Ramayana, en clave de ruptura sentimental. Podéis verla aquí. Lo bueno es que esta peli se puede ver, se puede compartir, se puede proyectar e incluso ganar dinero con la proyección. Si crees que te puede beneficiar, tienes la opción de dar la mitad de la recaudación a la autora, y anunciarlo mediante una serie de pegatinas creadas a tal efecto. Pero no es obligatorio. En la página web de la autora, Nina Paley, y en la de la película, se puede leer cómo se las ha arreglado para escribir, dibujar, producir y distribuir ella sola esta pequeña joya. También podéis leer cómo podemos contribuir todos a compensar a la autora por proporcionarnos el placer de de esta película (para empezar, los subtítulos en varios idiomas han sido generados por personas que sólo querían echar una mano).
Para mí, el aprendizaje de todo esto es que las tecnologías habilitadoras abren nuevos caminos y nuevas formas de cultura. Las tecnologías generan cambios sociales. Y el nuevo escenario traerá consigo nuevas formas de creación (producción, distribución, comercialización...), como siempre ha sido.
Habrá a quien esto le parezca una tontería (¿por qué renunciar a tus derechos?), pero cada vez más gente se acoge a licencias mucho más flexibles en cuanto a la gestión del contenido. Nos guste más o menos, en el mundo de internet, donde el contenido se puede copiar de forma infinita con un coste cero, las legislaciones actuales sobre la propiedad intelectual están puestas al límite. Así que muchos autores abrazan otros modelos de licencias que les permiten regular la cesión de los derechos de sus obras con mayor flexibilidad. Creative Commons permite especificar qué tipo de cesión de derechos quieres hacer, más allá de la afirmación por omisión en occidente de que las creaciones intelectuales están protegidas por el copy right.
Evidentemente, el Creative Commons se entiende bastante bien cuando no se pretende vivir de una actividad. ¿Qué pasa en el caso de las personas que sí pretenden vivir de ello? Bueno, pues también hay ejemplos muy interesantes de cómo aprovechar de forma creativa e innovadora estas nuevas formas de gestión de derechos. Y solo estamos empezando.
Quizá el caso más difícil, a priori, parezca el cine. Pero ahí está el caso de "Sita sings the blues", el primer largometraje Creative Commons de la historia. Se trata de una película de dibujos animados, bastante buena (ha recibido multitud de premios), que reinterpreta el mito hindú del Ramayana, en clave de ruptura sentimental. Podéis verla aquí. Lo bueno es que esta peli se puede ver, se puede compartir, se puede proyectar e incluso ganar dinero con la proyección. Si crees que te puede beneficiar, tienes la opción de dar la mitad de la recaudación a la autora, y anunciarlo mediante una serie de pegatinas creadas a tal efecto. Pero no es obligatorio. En la página web de la autora, Nina Paley, y en la de la película, se puede leer cómo se las ha arreglado para escribir, dibujar, producir y distribuir ella sola esta pequeña joya. También podéis leer cómo podemos contribuir todos a compensar a la autora por proporcionarnos el placer de de esta película (para empezar, los subtítulos en varios idiomas han sido generados por personas que sólo querían echar una mano).
Para mí, el aprendizaje de todo esto es que las tecnologías habilitadoras abren nuevos caminos y nuevas formas de cultura. Las tecnologías generan cambios sociales. Y el nuevo escenario traerá consigo nuevas formas de creación (producción, distribución, comercialización...), como siempre ha sido.
jueves, 3 de diciembre de 2009
Los tiempos están cambiando, Aute, amigo
Luis Eduardo Aute es uno de los autores que marcaron mi adolescencia y mi juventud. Todavía ahora escucho No te desnudes todavía o Pasaba por aquí a menudo y todavía me parecen buenísimas canciones. Quiero decir con esto que, de entrada, miro a Aute con mucha simpatía.
Ahora bien, su frase de "En cinco años esto desaparece. No habrá canciones ni música" me parece, aparte de un pelín pasada de apocalíptica, un poco bastante patética.
Vamos a ver: las reglas del juego cambian, y esto viene siendo así desde el principio de los tiempos. Antes la gente cantaba por los pueblos, y luego les invitaban a palacio. Y más tarde los contrataban para tocar en directo en cualquier fiesta de pueblo. Pero llegó el fonógrafo, y ¡oh! las voces apocalíticas, tan patéticas como las de hoy, anunciaban que la música moría sin remedio, porque cualquiera podía escuchar música en cualquier momento sin contar con los músicos en carne y hueso. Al final, la sangre no llegó al río y la música siguió ahí, no ya igual que antes, sino mucho más viva cada año que pasa.
Ahora (hace ya un tiempo, por cierto) las reglas del juego vuelven a cambiar. Y ¿quiénes son los que alzan su voz para decir que la música muere? Justamente aquellos autores que hace muchos años que no escriben una canción nueva. Aquellos autores que no tocan en conciertos. Porque el resto, todos esos que no han ido a la concentración y no han firmado ninguna declaración, tocan cada día más, cantan cada día más y ¡oh sorpresa! en el nuevo escenario de los last.fms, los Spotifys y las descargas "ilegales" ganan más que antes, no menos.
Yo no digo que la aparición de estas [¿nuevas?] tecnologías sea algo bueno o malo en sí mismo. Simplemente, son. Están. Y las sociedades cambian (siempre lo han hecho) cuando aparecen determinadas tecnologías. Lo que no ocurre, ni va a ocurrir nunca, por mucho que Aute quiera que nos lo creamos, es que la música desaparezca. O la creación literaria. O la poesía. O las matemáticas. Ninguna de estas cosas depende de las tecnologías, sino que está en los seres humanos. Puede que Aute no gane tanto como antes porque la gente escucha sin pagar las canciones que grabó en los años ochenta. Pero vendrán otros que harán música. Y que sabrán mantenerse vivos en las nuevas circunstancias. Y que verán en estas nuevas circunstancias una enorme oportunidad. Y el propio Aute lo va a ver.
Lo que no tiene ningún sentido es pretender mantener un sistema a pesar de que las circunstancias actuales no permiten ese modelo. No funciona y da igual que intenten sostenerlo mediante leyes más o menos traídas por los pelos. No funciona. Y solo funcionará si encuentran (encontramos) alternativas creativas e innovadoras que encajen con la realidad actual.
Dicen que historia es circular y todo lo que fue, será. Cuando cambian las cosas, la gente reacciona de dos maneras: están los que temen perder lo que tienen y están los que están expectantes ante lo que viene. Aunque fuera por un motivo diferente, Dylan lo escribió en 1963 (para mejor conexión con el contenido de este post, va una traducción, pero merece ver la letra en inglés). Y es que, de verdad, los tiempos están cambiando (pincha en el enlace para escucharla a la vez, lo merece).
Reuníos aquí, gentes,
por donde quiera que estéis caminando
y admitd que las aguas a vuestro alrededor
están crecidas
y aceptad que pronto estaréis
calados hasta los huesos.
Si creéis que no hay tiempo que perder
más os vale empezar a nadar
u os hundireis como una piedra.
Porque los tiempos están cambiando.
Por eso, Aute, querido, parafraseando una de tus canciones que más me gusta, te diré:
Que no, que no,
que la creación
no puede tomar asiento,
que la creación es estar
siempre de paso, de paso, de paso...
(muy aconsejable escucharla, es buenísima...).
(Por cierto, si no puedes escuchar las canciones es que no te has dado de alta en Spotify. Si quieres tenerlo sin invitación, pincha aquí).
Ahora bien, su frase de "En cinco años esto desaparece. No habrá canciones ni música" me parece, aparte de un pelín pasada de apocalíptica, un poco bastante patética.
Vamos a ver: las reglas del juego cambian, y esto viene siendo así desde el principio de los tiempos. Antes la gente cantaba por los pueblos, y luego les invitaban a palacio. Y más tarde los contrataban para tocar en directo en cualquier fiesta de pueblo. Pero llegó el fonógrafo, y ¡oh! las voces apocalíticas, tan patéticas como las de hoy, anunciaban que la música moría sin remedio, porque cualquiera podía escuchar música en cualquier momento sin contar con los músicos en carne y hueso. Al final, la sangre no llegó al río y la música siguió ahí, no ya igual que antes, sino mucho más viva cada año que pasa.
Ahora (hace ya un tiempo, por cierto) las reglas del juego vuelven a cambiar. Y ¿quiénes son los que alzan su voz para decir que la música muere? Justamente aquellos autores que hace muchos años que no escriben una canción nueva. Aquellos autores que no tocan en conciertos. Porque el resto, todos esos que no han ido a la concentración y no han firmado ninguna declaración, tocan cada día más, cantan cada día más y ¡oh sorpresa! en el nuevo escenario de los last.fms, los Spotifys y las descargas "ilegales" ganan más que antes, no menos.
Yo no digo que la aparición de estas [¿nuevas?] tecnologías sea algo bueno o malo en sí mismo. Simplemente, son. Están. Y las sociedades cambian (siempre lo han hecho) cuando aparecen determinadas tecnologías. Lo que no ocurre, ni va a ocurrir nunca, por mucho que Aute quiera que nos lo creamos, es que la música desaparezca. O la creación literaria. O la poesía. O las matemáticas. Ninguna de estas cosas depende de las tecnologías, sino que está en los seres humanos. Puede que Aute no gane tanto como antes porque la gente escucha sin pagar las canciones que grabó en los años ochenta. Pero vendrán otros que harán música. Y que sabrán mantenerse vivos en las nuevas circunstancias. Y que verán en estas nuevas circunstancias una enorme oportunidad. Y el propio Aute lo va a ver.
Lo que no tiene ningún sentido es pretender mantener un sistema a pesar de que las circunstancias actuales no permiten ese modelo. No funciona y da igual que intenten sostenerlo mediante leyes más o menos traídas por los pelos. No funciona. Y solo funcionará si encuentran (encontramos) alternativas creativas e innovadoras que encajen con la realidad actual.
Dicen que historia es circular y todo lo que fue, será. Cuando cambian las cosas, la gente reacciona de dos maneras: están los que temen perder lo que tienen y están los que están expectantes ante lo que viene. Aunque fuera por un motivo diferente, Dylan lo escribió en 1963 (para mejor conexión con el contenido de este post, va una traducción, pero merece ver la letra en inglés). Y es que, de verdad, los tiempos están cambiando (pincha en el enlace para escucharla a la vez, lo merece).
Reuníos aquí, gentes,
por donde quiera que estéis caminando
y admitd que las aguas a vuestro alrededor
están crecidas
y aceptad que pronto estaréis
calados hasta los huesos.
Si creéis que no hay tiempo que perder
más os vale empezar a nadar
u os hundireis como una piedra.
Porque los tiempos están cambiando.
Por eso, Aute, querido, parafraseando una de tus canciones que más me gusta, te diré:
Que no, que no,
que la creación
no puede tomar asiento,
que la creación es estar
siempre de paso, de paso, de paso...
(muy aconsejable escucharla, es buenísima...).
(Por cierto, si no puedes escuchar las canciones es que no te has dado de alta en Spotify. Si quieres tenerlo sin invitación, pincha aquí).
martes, 24 de noviembre de 2009
Spotify ¿conseguirá ser rentable?
Probablemente Spotify es una de las herramientas que más están dando que hablar últimamente, quizá porque supone una superación de todas las fórmulas anteriores para gestionar la música en internet: en palabras de su fundador, "el futuro está en el acceso, no en la propiedad".
Básicamente, Spotify es una aplicación que permite escuchar música en el ordenador (también en el móvil) mediante un sistema de streaming. Es decir, que los usuarios no nos descargamos la canción en nuestros ordenadores (como en las aplicaciones P2P o en la propia iTunes), sino que únicamente se reproduce bajo demanda. Y además, es gratis. Gratis.
La empresa sueca (sí, como los de IKEA), ha llegado a acuerdos con las principales casas discográficas, de modo que el catálogo de Spotify es amplísimo. Por otro lado, el sistema de búsqueda es muy bueno (puedes filtrar por artista, por año, por género...) y también permite crear listas de reproducción con las canciones que selecciones. Eso sí, de vez en cuando te ponen algún anuncio.
No es que yo esté obsesionada con la rentabilidad de las empresas en internet, pero no puedo dejar de preguntarme qué modelo de negocio hay detrás. Porque lo que es ahora, tienen que estar perdiendo dinero a espuertas: Spotify paga a las discográficas una cantidad cada vez que se escucha una composición. Y los usuarios no pagan nada (salvo los premium, que tienen acceso ilimitado por 9, 99 al mes, además de otras ventajas). Únicamente escuchan algo de publicidad, no demasiada. Pero cualquiera que sepa algo de la rentabilidad que da la publicidad en internet sabe que, al menos ahora mismo, eso no les sostiene el negocio.
Es verdad que las grandes discográficas, por una vez, no están pidiendo anticipos millonarios. Y además, y aunque parece que nadie quiere dar información detallada, parece que también las discográficas forman parte del accionariado de esta empresa, que ven en Spotify la gran esperanza para reconducir a la gente de las descargas ilegales a una forma legal (y cómoda y barata) de obtener la música en internet.
¿Dónde podría estar el secreto? Quizá en que, con el tiempo, consigan que todos nos acostumbremos a escuchar música en Spotify. Ya van repitiendo por ahí que "cuando quieras música, Spotify es el referente, al margen de la plataforma y el formato". Y entonces, en ese momento, desde luego serán ellos los que decidan las reglas del juego, incluso la tarifa que cobren las discográficas. Todo depende del volumen y la implantación que consigan. Y parece que van por buen camino, con 800.000 usuarios en España.
Y eso que se supone para ser usuario de Spotify hace falta recibir una invitación. Según la propia empresa, hay más de 60.000 personas en lista de espera solo en España para obtenerla. En teoría, porque la empresa quiere ir conociendo bien a su usuario para darle un buen servicio. En la práctica, muy probablemente, para moderar el crecimiento de negocio y así ahorrar en costes y no arruinarse antes de poder demostrar que pueden hacerlo.
Peeero..., es casi un secreto a voces que hay una "puerta de atrás" (como siempre). Así que si quieres disfrutar de Spotify y de paso, acelerar el proceso, pincha aquí. Solo con crear una cuenta en este enlace, ya estarás contribuyendo a decidir si esta inciativa va adelante o muere de puro éxito, como otras. Aunque de momento, parece gozar de muy buena salud.
domingo, 22 de noviembre de 2009
De los mashups a ¿las prótesis de sentimientos?
Me tiene absolutamente alucinada el asunto este de las mashups y sus repercusiones en la sociedad.
A ver, vamos por partes: un mashup es una aplicación web que utiliza y "remezcla" contenidos de otras aplicaciones para crear un contenido web completamente nuevo. Un ejemplo de los que me sorprenden más son los mapas de crímenes: la base es Google maps, a la que se añade la base de datos de crímenes de la policía de Chicago. ¿El resultado? Un mapa en el que, por medio de puntos, se representan los crímenes cometidos. Así, las zonas de concentración de puntos son zonas, supuestamente, de alta peligrosidad. Y es la representación en el espacio la que permite sacar conclusiones diferentes a las que sacarías si vieras una simple lista de delitos. Porque... ¿que sentirías si justo delante de tu casa hubiera una enorme constelación de puntitos?
Otra posibilidad, mucho más conflictiva desde mi punto de vista, son los mapas del crimen en los que el contenido está generado por los usuarios a través de Wikimaps: cada uno puede, libremente, reportar el crimen del que tiene conocimiento, colocándolo en el lugar en que se ha supuestamente producido, e incluso, denunciar al supuesto criminal ¡¡en su domicilio habitual! Aquí tenéis un ejemplo, wikicrimes:
Jugando a imaginar (pero no es ciencia ficción, dado que las herramientas para ponerlo en marcha ya están disponibles), podríamos dar un paso más. Supongamos que transferimos el mapa del crimen de nuestra localidad a nuestro iPhone. Y lo programamos para que vibre en nuestro bolsillo cada vez que pasemos por una zona en la que se haya producido algún crimen, más fuerte cuanta mayor concentración de delitos se haya producido allí. Cualquiera tendría miedo al notar la vibración en su bolsillo, a pesar de que el hecho de que en una zona se haya producido un delito no implica que se vaya a volver a producir en el mismo momento en que tú pasas por allí. Sin embargo, en este contexto, el Iphone se convertiría en una prótesis generadora de sentimientos, miedo en este caso.
Aunque para miedo, el de pensar que una persona que comete un delito no podrá librarse del estigma aunque lo haya pagado, porque en lugares como California se puede publicar, con dirección completa, el nombre y apellidos de los delicuentes. ¿Dónde queda el valor de reinserción del sistema penal?
A ver, vamos por partes: un mashup es una aplicación web que utiliza y "remezcla" contenidos de otras aplicaciones para crear un contenido web completamente nuevo. Un ejemplo de los que me sorprenden más son los mapas de crímenes: la base es Google maps, a la que se añade la base de datos de crímenes de la policía de Chicago. ¿El resultado? Un mapa en el que, por medio de puntos, se representan los crímenes cometidos. Así, las zonas de concentración de puntos son zonas, supuestamente, de alta peligrosidad. Y es la representación en el espacio la que permite sacar conclusiones diferentes a las que sacarías si vieras una simple lista de delitos. Porque... ¿que sentirías si justo delante de tu casa hubiera una enorme constelación de puntitos?
Otra posibilidad, mucho más conflictiva desde mi punto de vista, son los mapas del crimen en los que el contenido está generado por los usuarios a través de Wikimaps: cada uno puede, libremente, reportar el crimen del que tiene conocimiento, colocándolo en el lugar en que se ha supuestamente producido, e incluso, denunciar al supuesto criminal ¡¡en su domicilio habitual! Aquí tenéis un ejemplo, wikicrimes:
Jugando a imaginar (pero no es ciencia ficción, dado que las herramientas para ponerlo en marcha ya están disponibles), podríamos dar un paso más. Supongamos que transferimos el mapa del crimen de nuestra localidad a nuestro iPhone. Y lo programamos para que vibre en nuestro bolsillo cada vez que pasemos por una zona en la que se haya producido algún crimen, más fuerte cuanta mayor concentración de delitos se haya producido allí. Cualquiera tendría miedo al notar la vibración en su bolsillo, a pesar de que el hecho de que en una zona se haya producido un delito no implica que se vaya a volver a producir en el mismo momento en que tú pasas por allí. Sin embargo, en este contexto, el Iphone se convertiría en una prótesis generadora de sentimientos, miedo en este caso.
Aunque para miedo, el de pensar que una persona que comete un delito no podrá librarse del estigma aunque lo haya pagado, porque en lugares como California se puede publicar, con dirección completa, el nombre y apellidos de los delicuentes. ¿Dónde queda el valor de reinserción del sistema penal?
lunes, 16 de noviembre de 2009
¿Un millón de dólares?
A menudo ocurre que no es fácil entender por qué las cosas funcionan (en este caso, económicamente) en internet. Y a menudo, el concepto clave es economía de la atención.
A ver: un chaval de 21 años decide un día de 2005 que necesita ganar un millón de dólares. La causa es buena: quiere costearse la universidad sin pedir un préstamo. Así que prepara una página web y anuncia que va a vender cada pixel a 1 dólar, en matrices de 10x10 píxels, hasta un total de un millón de píxels (una matriz de 1000x1000 píxels). La pregunta es, si no conocéis el caso, ¿cuántos diríais que puede llegar a vender?
Volvemos a la historia: la noticia corre por internet y el chico manda una nota de prensa, así que mucha gente oye hablar de esta peculiar idea y, sorprendida porque la idea les parece de lo más peregrina, empiezan a visitar la página. Y claro, en cuanto una página es muy visitada, siempre hay un anunciante interesado en esas impresiones. Así que algunas marcas empiezan a comprar pixels. La gente, que no puede creer que alguien esté comprando píxels, visita cada vez más la página para ver si es cierto y para ver cómo va la venta. Y como cada vez tiene más visitas, cada vez más patrocinadores compran píxels. Los últimos, de hecho, se subastan en ebay a muy buen precio.
Total, que el chico consigue su objetivo con creces, y la página (que Alex Tew, el protagonista de toda esta historia, se compromete a mantener siempre ahí) pasa a formar parte de la historia de internet.
¿Sabéis qué otra iniciativa no tardará en generar el millón de dólares de beneficio para su creador? La aplicación iFart, para Iphone, que simula el sonido de un pedo. Economía de la atención, sí.
Volvemos a la historia: la noticia corre por internet y el chico manda una nota de prensa, así que mucha gente oye hablar de esta peculiar idea y, sorprendida porque la idea les parece de lo más peregrina, empiezan a visitar la página. Y claro, en cuanto una página es muy visitada, siempre hay un anunciante interesado en esas impresiones. Así que algunas marcas empiezan a comprar pixels. La gente, que no puede creer que alguien esté comprando píxels, visita cada vez más la página para ver si es cierto y para ver cómo va la venta. Y como cada vez tiene más visitas, cada vez más patrocinadores compran píxels. Los últimos, de hecho, se subastan en ebay a muy buen precio.
Total, que el chico consigue su objetivo con creces, y la página (que Alex Tew, el protagonista de toda esta historia, se compromete a mantener siempre ahí) pasa a formar parte de la historia de internet.
¿Sabéis qué otra iniciativa no tardará en generar el millón de dólares de beneficio para su creador? La aplicación iFart, para Iphone, que simula el sonido de un pedo. Economía de la atención, sí.
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